Los avances a nivel tecnológico en el sector del automóvil van a velocidad de vértigo.
Recientemente ha sido noticia la prueba con éxito, por primera vez en España, de un vehículo del Grupo PSA recorriendo de forma autónoma (sin prescindir del conductor) los casi 600 Km. de autopista y autovía que separan las dos factorías que el Grupo tiene en nuestra península ubicadas en Vigo y Madrid.
El constructor francés ya realizó, unos meses antes, un ensayo con este mismo vehículo recorriendo los kilómetros que separan París y Burdeos.
No son los únicos que trabajan en sistemas de vehículos autónomos, recordemos el coche de Google y también Nissan con su Nissan Leaf Intelligent Driving que realizó sus pruebas por la Bahía de Tokio.
El sistema se basa en conseguir que el coche “vea” su entorno, controlar todo lo que suceda 360º a su alrededor, se consigue con una serie de dispositivos como radares, escáners, cámaras de vídeo, navegadores, GPS y sensores interconectados a un sofisticado sistema electrónico central capaz de procesar a gran velocidad toda la información y ordenar las maniobras a efectuar.
Por lo que todos los elementos electrónicos funcionales actualmente en un vehículo, gestión motor, frenos, dirección, cambio, iluminación y accesorios pasan a formar parte del sistema electrónico central que, en estos vehículos, ocupa casi la totalidad del maletero.
Los constructores aseguran que la comercialización de estos sistemas representará un bajo incremento económico en los vehículos de alrededor de un 20% o como máximo un 30% del valor del coche convencional.
La intención de los fabricantes es implantar estos sistemas autónomos por fases:
La Fase I , ya funcionando desde hace años, la componen sistemas como el Cruise Control, el aparcamiento asistido, el ESP, iluminación automática, los sensores de lluvia, etc.
La Fase II, es la que tratamos en este artículo prevista para comercializarla en el 2018, vehículo autónomo pero por autopistas y autovías, con un conductor para gobernar en caso de entrar en vías donde el sistema no sea operativo.
La Fase III, prevista para el 2020, es la del vehículo autónomo capaz de efectuar cambios de carril y adelantamientos.
La Fase IV, para la circulación por ciudad y/o vías de segunda categoría. Teniendo la previsión de la comercialización para el 2023.
Y por último la Fase V, que sería el también denominado “robot taxi” en la que se prescinde del conductor.
Todo esta evolución parece sacada de una película de ciencia ficción pero es una realidad con dos objetivos muy claros, el primero es reducir en más de un 80% los accidentes de tráfico (casi un 90% son causados por errores humanos) y el segundo es mejorar las emisiones contaminantes ya que el sistema realiza una conducción óptima sin acelerones, frenadas bruscas ni excesos de velocidad.
Si a toda esta tecnología le sumamos las aplicaciones de búsqueda de aparcamiento y la del control de densidad de tráfico rodado no es, para nada, descabellado pensar que no pasaran muchos años en disponer de vehículos “robots” con autonomía integral.