Después de publicar una primera parte en un nuestro blog, vamos con otras cinco malas costumbres al conducir.
6. Utilizar el embrague y el freno en exceso… o en defecto.
Si se utiliza el embrague y el freno en exceso, se pueden desgastar de manera acelerada, por lo tanto, hay que evitar utilizar estos elementos más de lo necesario. En el caso del freno, se debe mantener siempre la distancia de seguridad para intentar anticiparse y soltar el acelerador para reducir la velocidad o utilizar el propio motor como freno siempre que sea posible. Por otro lado, no frenar apropiadamente al pasar por obstáculos como badenes pueden castigar seriamente los neumáticos y la suspensión del vehículo.
7. Apoyar la mano en la palanca de cambios y apoyarnos con fuerza sobre el volante.
Muchas personas tienen la costumbre de conducir con la mano apoyada en la palanca de cambios. Esta costumbre ejerce presión sobre el mecanismo interno del cambio, desgastándolo en exceso y provocando vibraciones e imprecisión en el cambio de marchas a largo plazo. Sólo se debe utilizar la palanca de cambios para cambiar de marcha y siempre con suavidad. Por otro lado, apoyarse sobre el volante con fuerza o agarrarlo por abajo o tirar de él no es recomendable. Asimismo, sentarse demasiado cerca o demasiado lejos del volante puede provocar graves lesiones en caso de accidente, muchas veces a causa del mismo airbag del vehículo.
8. No utilizar el aire acondicionado regularmente.
Al contrario de lo que se pueda creer, es importante que se encienda el sistema de aire acondicionado durante unos diez minutos al menos una vez cada mes. Hacerlo, ayudará a mantener el compresor en mejor estado durante más tiempo y a evitar fugas de gas refrigerante. Utilizarlo garantizará mantenerlo “activo” y lubricado.
9. Conducir de forma agresiva.
La conducción agresiva, es decir, ir dando acelerones bruscos, o arrancar patinando las ruedas motrices o conducir con el coche revolucionado en exceso, son hábitos que, no sólo provocan un consumo innecesario de combustible y un desgaste innecesario de neumáticos y otros elementos del vehículo como el embrague, sino que, además, a la larga, dañan seriamente el motor y las reparaciones pueden salir muy caras. Como ya se ha comentado, acelerar bruscamente en frío puede provocar graves problemas en elementos como el turbo, que necesitan de paciencia para lograr un buen nivel de lubricación y cierta temperatura para poder funcionar apropiadamente.
10. Conducir de manera demasiado relajada.
Del mismo modo que conducir de manera agresiva es perjudicial para el vehículo, conducir de una manera demasiado relajada puede ser también perjudicial. Llevar el coche en marchas largas, poco revolucionado, con la idea de conducir eficientemente para no consumir combustible en exceso, puede llegar a ser contraproducente y perjudicial para el motor en algunas ocasiones, como subiendo un puerto de montaña. Este tipo de hábitos pueden acarrear problemas de arreglo costoso en elementos como bielas, cigüeñal, válvula EGR, catalizador, DPF,… Con lo cual, es importante que se entienda qué se considera conducción eficiente en cada situación.