Una temperatura de 35ºC, en el interior de un vehículo, puede representar un riesgo similar al de estar bajo los efectos de una alcoholemia de 0,8 gr/l.
Las altas temperaturas pueden aumentar entre un 15% y un 25% la posibilidad de sufrir un siniestro vial ya que, la compleja actividad de conducir está muy afectada por variables externas como el fuerte calor, situación que según los estudios tiene una repercusión muy directa y peligrosa sobre las capacidades psicofísicas de los conductores, aumentando de manera considerable los siniestros de tráfico y la gravedad de los mismos.
A esa temperatura se ha comprobado, por ejemplo, que no se perciben aproximadamente el 20% de las señales de tráfico y se incrementan hasta en un 35% los errores graves de los conductores.
Los estudios, tanto en situaciones reales como en simulación, demuestran que los efectos del calor sobre los conductores provocan un aumento considerable de los comportamientos agresivos y las infracciones, sobre todo por velocidad excesiva, con el fin de llegar cuanto antes al destino. Además, con el fuerte calor se incrementa el cansancio y la fatiga, siendo habitual la aparición de una fuerte somnolencia, produciéndose también un aumento del tiempo de reacción del conductor y una mayor propensión a la aparición de distracciones. La atención disminuye hasta el punto de mirar un 50% menos a los retrovisores.
Con altas temperaturas y una fuerte luminosidad hay mayor fatiga ocular y se pueden percibir efectos ópticos sobre la carretera, debido básicamente al aire caliente que desprende el asfalto. Estas circunstancias, unidas a pequeños mareos, hace que se altere de manera sensible la percepción del entorno, lo que puede resultar especialmente grave para la correcta percepción de las señales de tráfico.
Uno de los mejores remedios para paliar el calor en los viajes por carretera es el aire acondicionado. Se ha comprobado que el aire acondicionado en épocas muy cálidas puede disminuir en más de un 20% la posibilidad de sufrir un siniestro vial. Es importante que el flujo de aire acondicionado no sea muy fuerte y que no se dirija directamente al pecho ni a la cabeza, especialmente a los ojos, para no causar fatiga ocular ni resecarlos.
Estacionar el vehículo expuesto al sol y completamente cerrado hará que la temperatura interior sobrepase rápidamente los 60ºC, por lo que es importante no dejar en el interior animales, personas, especialmente niños o mayores. Tampoco objetos inflamables, como mecheros, aerosoles o dispositivos electrónicos con baterías ( teléfonos, tablet, ordenadores, … ), por el riesgo que puede suponer una deflagración e incendio.
Es conveniente aparcar en zonas sombreadas, proteger el habitáculo con parasoles y, si es posible, instalar lunas tintadas homologadas o laminarlas. Este sistema permite rebajar la temperatura interior mejorando el consumo de aire acondicionado, reducir los efectos de los rayos ultravioleta, sin afectar a la necesaria visibilidad exterior, aumentando el confort y disminuyendo la fatiga ocular.
Antes de iniciar la marcha se debe airear y ventilar bien el vehículo, abrir completamente ventanillas y puertas, abatiendo estas últimas unas cuantas veces para que salga el aire caliente del interior, manteniendo el aire acondicionado en funcionamiento hasta que el habitáculo alcance una temperatura adecuada de entre 20º y 24º C.
Según el Catedrático de Seguridad Vial, Luis Montoro, «el reventón en verano y en las horas de más calor es el siniestro más frecuente y el más mortal». Hay que tener en cuenta que el asfalto, con el que el neumático está en contacto, puede alcanzar fácilmente temperaturas superiores a 70ºC cuando el ambiente está a 40ºC.
Cuando se acerque el final del viaje, no bajar la guardia, ni estresarse por intentar llegar antes, aunque hayamos sufrido calor, retrasos por atascos o retenciones, y eso nos genere ansiedad. Debe extremarse la atención, especialmente en los últimos kilómetros que son donde más siniestros se producen.