El AdBlue es un componente que nació con el objetivo de reducir las emisiones contaminantes de los vehículos diésel. Sin embargo, este sistema está ocasionando muchos quebraderos de cabeza entre los usuarios.
Este producto no requiere de mantenimiento, pero sí de revisión. Por ello, es recomendable chequear el sistema en cada revisión general del vehículo por años o kilómetros recorridos. De este modo, un profesional se encarga de verificar, a través de la diagnosis, que el sistema no presenta fallos, si el depósito tiene fugas y de limpiar el inyector de AdBlue ubicado en el sistema de gases de escape.
El AdBlue es muy propenso a cristalizarse lo cual puede producir obstrucciones en el sistema o, incluso un mal funcionamiento bomba.
Por lo general, lo equipan los vehículos diésel a partir de 2014. Por lo tanto, todos los coches que lo montan avisan de los kilómetros restantes hasta su próximo llenado. De hecho, controlar el nivel de este depósito es igual de importante que el del carburante, debido a que, si el líquido se agota no se podrá arrancar hasta que no se rellene y el sistema se resetee.
La mayoría de vehículos hace varios avisos previos según van restando kilómetros e, incluso, si el nivel de AdBlue es mínimo se enciende la avería de fallo de motor. Dependiendo de la marca, este fluido se rellena en torno a 10.000 – 20.000 kilómetros recorridos.
Hay que recordar que el Adblue no contamina, es incoloro e inodoro. Reduce las emisiones contaminantes producidas tras la combustión del motor, para cumplir con la norma Euro 6.