La exposición a los rayos solares puede afectar a la pintura, los faros o la tapicería.
La continua exposición al sol puede provocar que varios componentes del vehículo pierdan su eficacia y apariencia. Por ello, en zonas como España, donde abundan los días soleados y en muchos casos las altas temperaturas, se debe tener en cuenta los siguientes factores.
El más destacable y fácil de identificar es la pintura del coche. El sol no es uno de sus mejores aliados y tras un tiempo puede hacer que esta se vea envejecida, sin brillo e incluso agrietada. Un efecto que se produce debido a que los rayos ultravioletas alteran la composición de la pintura. Aplicar una capa de cera, al menos dos veces al año puede reducir notablemente los efectos de los rayos del sol al actuar como una capa protectora.
Por otro lado, los faros del automóvil son otro de los componentes que más sufren. Son unos elementos que, al incorporar plástico, pueden volverse opacos y reducir así su funcionalidad, con el consiguiente peligro para la seguridad vial. Ante esta situación, la mejor opción es el pulido de los mismos o en su defecto, aplicar productos “con protección UV”. En casos de daños extremos, lo más eficaz es cambiar completo.
Sin embargo, también destacan otras partes, menos evidentes, a las que el propietario debe prestar atención ante el desgaste por la exposición al sol, como las gomas externas que mantienen sellado el habitáculo y que pueden presentar grietas, así como la tapicería o los plásticos interiores, para lo cual existen productos protectores o, simplemente, el tintado de lunas para limitar la entrada de los rayos solares.