Para que un vehículo funcione de forma apropiada y durante el mayor tiempo posible, hay que cuidarlo bien y realizar unas tareas de mantenimiento básicas. De lo contrario, la propia dejadez o descuido puede provocar, a la larga, serias averías que pueden salir muy caras, al mismo tiempo que pueden poner en riesgo la seguridad y reducir la vida útil del vehículo.
1. No realizar los mantenimientos periódicos a tiempo e ignorar los testigos de advertencia.
La mala costumbre más evidente y más importante. Visitar el taller para realizar las tareas de mantenimiento preventivas requeridas es clave para asegurar el buen estado del vehículo. El cambio de aceite y filtros, y rellenar los niveles de líquidos, así como cambiarlos cuando sea necesario, son tareas de cuidado imprescindibles para no llevarse un susto mayor a largo plazo. Asimismo, no actuar adecuadamente ante cualquier testigo de advertencia que se ilumine en el salpicadero puede terminar en costosas averías.
2. Cuidar la calidad y cantidad de combustible con que se circula.
Equivocarse al repostar, repostar un combustible de baja calidad o circular en reserva son prácticas que pueden salir muy caras. Por ejemplo, conducir en reserva es un hábito que puede dañar la bomba de combustible, ya que en muchos vehículos, al encontrarse la bomba dentro del depósito, el propio combustible actúa como refrigerante para la bomba. Además, los residuos presentes en el combustible que puedan ir acumulándose en el fondo del depósito pueden afectar a los inyectores, bloqueándolos e impidiendo que pulvericen el carburante de manera apropiada.
3. Utilizar un aceite de motor inapropiado.
Una buena lubricación es fundamental para el correcto funcionamiento del motor. Por esa razón, es muy importante utilizar un aceite de motor con la viscosidad recomendada especificada por el fabricante del coche. También es muy importante que no haya un nivel de aceite lubricante excesivo ni insuficiente, para evitar dañar elementos como el turbo o el DPF, ni provocar desgastes o sobrecalentamiento en el motor por un exceso de fricción.
4. Acelerar bruscamente con el motor en frío y apagar el motor inmediatamente.
Cuando se arranca el vehículo en frío, es importante no acelerar bruscamente. Hay que dejar que el lubricante y los elementos del motor alcancen la temperatura ideal de funcionamiento para evitar un desgaste prematuro del motor. Para ello, habrá que dejar el motor arrancado unos segundos antes de emprender la marcha e ir acelerando progresivamente. En cuando a parar inmediatamente tras un trayecto largo, se debe tener en cuenta que, ciertos elementos del vehículo, como el turbo, alcanzan temperaturas muy elevadas, y apagar el motor inmediatamente puede provocar serias averías, especialmente si se hace con frecuencia. Es importante dejar reposar el motor al ralentí unos minutos antes de apagarlo para que el sistema de refrigeración pueda reducir la temperatura de los elementos que lo requieran, lubricándose adecuadamente.
5. Conducir con los neumáticos gastados o con baja presión.
Llevar los neumáticos gastados es una práctica muy arriesgada, ya que se puede sufrir un reventón o, si está lloviendo, se incrementa el riesgo de hacer aquaplaning. En ambos casos, aumenta el riesgo de perder el control sobre el vehículo y tener un accidente. Por eso es tan importante revisar la presión de los mismos con cierta frecuencia, ya que circular con la presión recomendada evitará que se desgasten antes de tiempo y de forma irregular, evitando también consumos de combustible innecesarios.