El humo despedido por los vehículos sale a una presión bastante alta, pero gracias a los silenciosos del vehículo, se reduce de forma considerable el ruido que generan, además de controlar los gases de escape que salen del motor.
De acuerdo con las características del automóvil, estos dispositivos pueden variar. Así, los más sencillos tienen un tubo interno perforado y envuelto en fibra de vidrio, todo ello recubierto por un tubo liso de diámetro mayor. Además, estos sistemas están formados por una cámara atravesada por un tubo perforado llamado tubo metralleta.
En su interior, pueden ser bastante complejos y poseen diversas cámaras que amortiguan las frecuencias del sonido, ya que se fuerza a que este rebote lo máximo posible dentro de ellas, pese a que el compartimento solo posee unos pocos centímetros de ancho, con lo que en realidad recorre más distancia que si marchara en línea recta.
Estos sistemas suelen estar en la parte trasera del vehículo, aunque en algunos modelos antiguos se sitúa en la parte delantera e intermedia. No obstante, los silenciosos se han acabado sustituyendo por el catalizador que los coches tienen al principio del tubo de escape.
Los motores con los silenciosos no pierden potencia, sino que reduce el ruido disipando su energía. Asimismo, estos sistemas son importantes en la reducción de CO2, objetivo fundamental por el que el Gobierno ha categorizado a los coches por los contaminantes.