Es el fluido que se encarga de transmitir la presión ejercida en el pedal del freno hasta el mecanismo de frenado de las ruedas.
Un buen líquido de frenos debe estar homologado, siguiendo los criterios de cada fabricante y país además debe tener una serie de propiedades tales como:
Mantener su viscosidad tanto con temperaturas altas como con temperaturas bajas.
Ser compatible con los diferentes materiales caucho o goma del sistema para evitar hinchamiento, ablandamiento o rotura.
No permitir la corrosión o el ataque químico a partes metálicas del sistema de frenado.
Mantener un punto de ebullición alto, no debe hervir, la resistencia a la temperatura de un líquido se define según la clasificación «DOT» (Departament of Traffic), cuánto más alto sea este número mayor será la resistencia al calor: DOT 4 – DOT 5.1 > 260°C
El líquido de frenos va perdiendo propiedades con el paso del tiempo, el calor, el frío, la humedad ambiental y la contaminación con residuos del sistema al circular por el, lo que afecta al funcionamiento en general del sistema.
El exceso de temperatura es el peor enemigo ya que puede provocar la evaporación y la invasión en el circuito hidráulico del aire comprimido, lo que ocasiona un recorrido esponjoso del pedal de freno.