Desarrollo de nuevos materiales para reutilizar la energía.
La eficiencia energética de un motor de combustión es bastante mala, del 20% al 30%, según los casos. El resto de la energía del motor se disipa en forma de calor. Y ese calor se podría aprovechar.
La energía no se pierde, se transforma en calor.
Recuperar la energía que se pierde en forma de calor y convertirla en electricidad es la idea detrás de los materiales compuestos termoeléctricos, materiales que convierten el calor en electricidad. Estos materiales convierten la diferencia de temperatura en voltaje, haciendo básicamente que el calor se convierta en electricidad.
Todos los materiales tienen esa propiedad a pequeña escala, la dificultad es conseguir un material con el efecto lo suficientemente importante para que sea viable su uso. En este caso, el material es un compuesto de niobio, hierro, antimonio y titanio. Una vez sometido a una fuerte presión a altas temperaturas (unos 1.093º C) adquiere un elevado factor de potencia para la conversión del calor a electricidad: 22 vatios por cm2, lo cual es muy superior a lo habitual (entre 5 y 6 vatios).
Este avance sería utilizable a gran escala, como en las centrales térmicas, por ejemplo. Su aplicación en el automóvil no es tan sencilla. De hecho, en 2011 la propia General Motors ya experimentaba con la idea de reciclar el calor de sus coches en electricidad. Según GM, el sistema desarrollado en interno podría generar 250 vatios, mejorando el consumo del coche en un 3%.
¿Por qué no han seguido investigando por esa vía?
Una de las razones es el precio de algunos de los materiales raros necesarios para la fabricación de estos generadores eléctricos, que en muchos no los harían viable en coches comerciales. De todos modos, esto es mejorar un motor que, a priori, tiene los días contados, pues todo apunta a que el automóvil del futuro será eléctrico.