Sin electricidad el coche no funciona.
Su vida útil aproximada, según los fabricantes, se encuentra en torno los cuatro o cinco años, esta duración puede verse afectada según el clima, tipo de conducción, el número de arranques y la marca de la batería.
La batería alimenta todos los componentes eléctricos. De su buen estado, depende el correcto funcionamiento de ellos (faros, alarmas, GPS, radio, dirección ABS, sistemas de control de tracción…). Por este motivo, a este elemento que sufre especialmente con la llegada del frío, ya que su capacidad se reduce por cada grado que cae la temperatura.
Es importante comprobar la polaridad y el tipo del borne y se recomienda elegir la batería con las prestaciones eléctricas que necesite el vehículo capacidad y potencia de arranque en frío. Cuanto más alto mejor.
Otros factores de importancia, es el uso que se haga del vehículo y sus necesidades de energía, que no serán las mismas para un automóvil que realiza cortos desplazamientos diarios que uno que realiza desplazamientos largos por autopista. Tampoco serán las mismas si el vehículo utiliza la tecnología Start-Stop, que requiere de un mayor rendimiento.
Durante los meses más fríos, la batería sufre un mayor desgaste también debido a que las necesidades energéticas del motor se multiplican: lunas térmicas, calefacción de los asientos,… Por lo tanto, hay menos energía para cargar la batería, sobre todo durante los trayectos con mucho tráfico en los que realizamos paradas intermitentes. Necesitaremos una mayor capacidad de arranque para poder poner en marcha el vehículo.
Todos estos factores se verán incrementados cuantos más años tenga la batería.
Recomendaciones:
Elegir una batería de calidad, instalar la batería definida para el motor o vehículo en cuestión, nunca inferior a lo aconsejado. La instalación de una batería con menores prestaciones que las exigidas por el fabricante del vehículo se traducirá en una pérdida de prestaciones y reducción de su vida útil de forma prematura.